Robert Zemeckis siempre me ha parecido un director excelente, salvo por alguna que otra metedura de pata perfectamente olvidable, pero desde su magnífica 'Náufrago' parece no querer saber nada de películas de imagen real, concentrándose desde entonces en la animación, intentando buscar una perfección que me temo nunca conseguirá, aunque sí podrá regalarnos festines visuales como 'Beowulf', o su pasada experiencia con la infravalorada 'Polar Express'. Zemeckis es un director obsesionado desde hace tiempo por los avances tecnológicos, siempre le han gustado los virtuosismos visuales, algo que nos ha dejado bien claro en muchos de sus títulos (la hojita de 'Forrest Gump', o planos imposibles de 'Lo Que la Verdad Esconde', por citar sólo dos ejemplos). Ahora, en un campo que avanza a pasos agingantados podrá experimentar todo lo que le venga en gana, y de hecho su próxima película, 'A Christmas Carol', ya en fase de preproducción, pertenece de nuevo al terreno de la animación.
Y lo cierto es que los cambios con respecto a 'Polar Express' son enormemente sustanciales, no sólo técnicamente, sino argumentalmente. Si en el film protagonizado por Tom Hanks había claros elementos infantiles que rozaban la ñoñería, por motivos más que evidentes, en 'Beowulf' se aparta conscientemente de todo eso, y a pesar de que estamos ante un film de fantasía heroica, género de éxito entre el público infantil, la película no está destinado a ese tipo de público, resultando una historia bastante adulta, con detalles escabrosos y duros no aptos para mentes infantiles. Todo ello, gracias a un conciso y trabajado guión, obra de Neil Gaiman y Roger Avary, que adaptan un famoso poema épico, y no se privan de introducir algún que otro elemento que parece salido de una mente retorcida.
Robert Zemeckis dirige con su habitual eficacia, dotando al film de un ritmo impresionante, en el que parece no sobrar ni faltar nada, combinando a la perfección los momentos espectaculares con otros que no lo son tanto, y logrando uno de los films más entretenidos de la temporada, más allá del intento de perfección visual que su director pretende encontrar. Y es aquí donde la película tiene sus peores cosas, sobre todo en el intento de que los personajes se parezcan a los actores que prestan sus voces, y movimientos, a los mismos. Puede que en ese aspecto el más conseguido sea Anthony Hopkins, curiosamente uno de los personajes mejor definidos en cualquier aspecto. Pero en el resto, la inexpresividad se apropia de todos ellos, sobre todo en los casos de Robin Wright Penn y John Malkovich, que parecen muertos andantes de lo inexpresivos que son. Y ya no hablemos del cambio sustancial que existe con respecto a la realidad con Ray Winstone, que le hacen parecer mucho más hercúleo de lo que es, o Angelina Jolie, con la que ocurre algo impensable: es más deseable el dibujo que la de verdad. Tal vez todo esto esté hecho intencionadamente, pero uno no puede evitar pensar en ello mientras ve la película.
En el caso de Crispin Glover la cosa cambia, ya que el actor interpreta a Grendel, un monstruo que tiene aterrorizado a todo un reino, probablemente el mejor personaje de todos, dado que tanto el director como el actor lo dotan de una humanidad increíble, llegando hasta el punto de que el espectador siente verdadera lástima por el mismo. Es éste uno de los aciertos del film, el conseguir emocionar de esta manera, algo mucho más loable que el alcanzar la perfección visual con avanzadas técnicas de animación, algo que no me parece mal, porque soy defensor a ultranza del cine de animación. Pero eso no quiere decir que eche de menos personajes de carne y hueso, o el sentido de la aventura que tenía por ejemplo Richard Fleischer en sus películas. Y con esto simplemente quiero decir que creo que el futuro del cine no es éste 'Beowulf', que nunca se podrán sustituir a los actores de verdad por otros digitalizados. Por supuesto que ambas cosas pueden vivir conjuntamente, y Zemeckis nos lo demuestra con esta estupenda película, altamente disfrutable de principio a fin.
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